Buenos y malos

Ellos eran los malos y nosotros los buenos. Y así debía ser. ¿Cómo íbamos a luchar de otra manera? El problema era que yo conocía a muchos de los malos, entre ellos mi esposa. ¿Qué tenía que hacer con ella? ¿Matarla? ¿Entregarla a los buenos? ¿Expulsarla al territorio de los malos?

Decidimos que la guerra no iba a acabar con nuestro amor y nuestra elección de vivir nuestras vidas juntos y, tras grandes esfuerzos y peligros, conseguimos pasar la frontera y salir del país. Afortunadamente, aún no teníamos hijos y nos resultó un poco menos difícil.

Han pasado los años y seguimos juntos aquí, en el país vecino. Aquí han nacido nuestros hijos y somos todo lo felices que se puede ser. En nuestra patria, la guerra hace tiempo que acabó. Ganaron los malos, que ahora son los buenos. Pensamos a menudo en regresar, pero aquí no somos los malos ni los buenos. Sólo somos los extranjeros. Hasta ahora, por lo menos.

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